Ya no estaba muy segura de quiénes eran mis amigos, pero sí de que los necesitaba. Necesitaba a alguien que me pusiese los pies en la tierra en los momentos de euforia.
Los demás si tenemos nuestras ilusiones. Es más, no es que las tengamos, es que las necesitamos. Alimentan nuestros sueños, nuestras esperanzas y nuestras vidas como una dosis extra de cafeína.