Eres como aquella bala, aquella que no quieres que te toque porque sabes que te hará daño. Y así será. Porque es demasiado rápida y sabe como hacerlo. Abres los ojos y ya todo es diferente. Ves las cosas distintas. Es demasiado tarde. Te ha rozado, y ahora eres su víctima. Víctima de las noches, de los insomnios, de sus mentiras, de otras víctimas... Estás dolida, o perdida, o como prefieras llamarlo. Lo único que sabes es que aquella bala puede ser tu vida, o simplemente tu ruina.
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